2.21.2006

fotografía · 7fotógrafos de moda El mundo de la moda es el de la máxima sofisticación. Los diseñadores buscan que la ropa que portamos sea un elemento auténticamente expresivo; por ello mismo, cada vez se acercan más a las artes: el impulso creativo responde a motivaciones semejantes en cualquier ámbito. Los fotógrafos atestiguan esos vasos comunicantes y establecen una tercera posición: la del artista que realiza una búsqueda personal sin por ello dejar de reflejar el trabajo de los creadores de moda, portado por modelos que, en ocasiones, más que vestir las piezas, las encarnan, habitan un mundo estetizado de principio a fin. Esta sección reúne piezas de fotógrafos sobresalientes que, en su búsqueda de la belleza, nos hacen ver al cuerpo en toda su frivolidad, pero también en su seductora gravedad.

sábado 25 de febrero

cine especial de los Oscar 2006

La 78va Ceremonia del Oscar, el cine genuinamente "made in Hollywood", los vaqueros y el novelista gay, el actor-director-político encarnizado, las olimpiadas del 72 y... ¿Crash? Un repaso a las principales nominaciones en una entrega de oscar que podría resultar sorprendente.

sábado 25 de febrero

especial de The Rolling Stones Pocas bandas han sobrevivido al paso del tiempo y a las distintas tendencias musicales. Con más de cuarenta años en escena los rolling stones siguen más vivos que nunca, demostrando que la juventud se lleva en el corazón y no en las múltiples arrugas y canas y millones de dólares. En Dilatante un paseo por la historia de la bigger band.

2.02.2006

sábado 04 enero 2006

fotografía · manuelálvarezbravo Frente al perseverante esfuerzo por fijar la transitoriedad del momento, Manuel Álvarez Bravo retrata el entorno humano y físico y logra reinterpretarlo hasta mostrarnos una nueva realidad. Más allá de los valores que de un modo genérico caracterizan a la fotografía y tras la aguda percepción del artista que emplea una cámara encontramos imágenes cargadas de sensible intención. Travieso, lúdico Manuel Álvarez Bravo se puso a trazar con la agudeza de su mirada, con su entendimiento afilado como una navaja, lo que otros no había visto, el alma de la muchachita en “El ensueño”. Allí, en esa niña al rato mujer que mira sin ver por encima del barandal, se dibuja su esperanza. Manuel hace surgir en el aire el aura de porvenir. Nacido en 1902 en México, Manuel no solo vio la Revolución, sino que esta interrumpió sus estudios. Al salir de la Revolución, México nacía al afán de crearse como país, de descubrirse a sí mismo. Un verdadero renacimiento latinoamericano. Carlos Chávez luchaba por fundar la orquesta sinfónica de México. Manuel asistía a conciertos, y sobre todo leía; todo el día leía. Su casa es una biblioteca. Por eso puede remitir cada una de sus fotografías a una referencia cultural. Un día, el joven Manuel vio en una tienda fotográfica, en el aparador al lado de las cámaras, retratos de Vasconcelos, de Berta Singerman, de Valle Inclán y paisajes de Hugo Brehme. Brehme lo guió. Manuel empezó a seguir a los muralistas. En el patio de la Secretaría de Educación Pública los miró pintar, en el de San Idelfonso, en Palacio Nacional, en el Hospicio Cabañas, en el Palacio de Cortéz. Orozco, Rivera, Siquieiros, en los andamios retrataban a México, su historia. Tamayo, su historia interior, Orozco su rabia contra la conquista, Rivera, su visión de los vencidos, la otra cara de la moneda, Siqueiros, su baile granguiñolesco del poder y la barbarie. A Álvarez Bravo le preguntaban, ¿porqué no pintas?, es muy tardado, respondía. En la fotografía, encontró otra forma de pintar murales, mucho más sutil, más misteriosa. Era un México nuevo, el suyo, cuando llegaron Tina Modotti y Edward Weston, Carleton Beals, Pablo O’Higgins, Emily Edwards, con quien Manuel hizo un libro sobre los Murales. Antes de 1924, Manuel era sólo una imagen latente. tomaba fotos en México, como la notable “Parábola Óptica” y luego en Oaxaca, pero estaba en el umbral. En 1927, asu regreso de Oaxaca, conoció a Tina Modotti. En 1930, cuando Tina fue expulsada de México, Manuel Álvarez Bravo siguió fotografiando lo que ella dejo pendiente: la interrumpida serie de los murales de los grandes pintores en los edificios públicos y tomo su lugar en la revista: Mexican Folkways, Frances Toor, a quien le decían Paca o Pancha Torres. Sergei Eisenstein también lo llamó para que tomara fotos de él con el Arzovispo de México. En 1935 obtuvo el primer premio de la fábrica de los Cementos Tolteca por esa fotografía sorprendente del muro y de la grava. Esto le permitió dedicarse de lleno a su oficio. En ese mismo año el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió sus primeras imágenes. A los ochenta y ocho años, cuando alguna admiradora lo visitaba, si estaba pasaderita, Manuel le pedía que posara para el desnuda. Esta vitalidad lo volvía entrañable, esos ojos inteligentes que recorren el rostro, el cuerpo, la larga cabellera negra de la mujer que hace años peinó en su “Retrato de lo eterno”, Chabela Villaseñor. Cuando todos andaban por allí repitiendo en un estribillo que dos por dos son cuatro, Manuel ya le había sacado la hipotenusa al cuadrante de la soledad y sin querer ganarle la partida a López Velarde o a Ricardo Gómez Robelo, el único mexicano que murió de amor, ya lo sabía todo del buen y del mal amor. Las mujeres no les temen a los hombres colibríes, al contrario se los meten entre sus tortolitos pechos para aquello del amor correspondido. “El pájaro canta aunque la rama cruja”, dijo Salvador Díaz Mirón. “Todo se lo lleva el demonio, pero el pájaro canta”, dice Manuel, el elfo, el Puck, el hombre haiku a quien le gustan las mujeres desnudas. ¡Qué acción definitiva es esa de poner el dedo sobre el obturador! De estas modelos, sólo habla la luz sobre sus cuerpos, formas que son bloques de poder como los que ahora dividen al mundo. La luz de Manuel los unifica. Lo demás no existe. México se ve distinto a partir de Manuel. Los fotógrafos que siguen a Manuel miran despacito e intentan desentrañar: Mucha de la suavidad, la dulzura en su enfoque. El arte de sugerir es un arte de perversión y eso lo sabe Manuel. Los fotógrafos de México le deben a Manuel Alvarez Bravo su sentido estético. su influencia profunda en los fotógrafos que lo siguen es justamente la del misterio y la de la multiplicidad. Manuel Álvarez Bravo no explica nada. Demasiados psicólogos, sociólogos, antropólogos, esritores y filósofos han intentado explicar a México y situarlo dentro de la comunidad humana. Álvarez Bravo nunca se preguntó qué y cómo es México. ¿Qué es México? Nunca ha querido explicárselo. ¿Quién es él? No se describe, no se cuenta, no discurre, es demasiado sabio. Sus fotografías son signos, el posee la llave del enigma, él las vuelve sortilegios a veces maléficos, amuletos. su influencia profunda en los fotógrafos que lo siguen es justamente la de no decirlo todo. A través de una larga trayectoria nacional e internacional, que culminó con su muerte física el 19 de octubre de 2002, Manuel Álvarez Bravo acumuló experiencia, premios, reconocimiento y exposiciones. La obra de Manuel Alvarez Bravo, registra personas, lugares y objetos que reflejan nuestra historia contando un secreto, que no solo tiene que ver con nuestra tierra, paisajes y tradiciones, sino que nos tocan en lo personal. Son imágenes relacionadas con nuestras ilusiones, nuestros fracasos, nuestras esperanzas y que nos transportan hasta los recuerdos de la infancia. Este es el elemento poético que lo distingue y que al mismo tiempo lo hace universal.